lunes, 10 de noviembre de 2025

Comunicado Inspección de Trabajo ayuda, pero no tanto

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Compañeras y compañeros,

Queremos compartir con todos vosotros un caso reciente que refleja con claridad una realidad que conocemos demasiado bien. Cuando la burocracia se impone sobre los hechos, la defensa de nuestros derechos queda atrapada en un laberinto donde, una vez más, el tiempo corre a favor de la empresa.

Hace unos meses, desde Alternativa Sindical de Clase presentamos una denuncia ante la Inspección de Trabajo por las irregularidades en la gestión de las vacaciones en uno de los proyectos. Aportamos todo lo que se nos pidió y más: documentos, mensajes, capturas, pruebas del trato desigual y de las órdenes directas que vulneraban el derecho a acordar los períodos de descanso. Sin embargo, lo que siguió fue un proceso lleno de aplazamientos, tecnicismos y silencios.

Cuando la empresa fue citada por la Inspección alegó “vacaciones” para aplazar la cita y se le concedió una nueva fecha. Cuando finalmente compareció, acudió su representante con unos pocos papeles bajo el brazo. No presentó un calendario oficial de vacaciones, como exige la norma, sino dos simples hojas Excel —un resumen y un listado de días disfrutados en 2025— y una política interna que, de manera completamente arbitraria, subordinaba el derecho a las vacaciones a las “necesidades del proyecto o del departamento”. A la representación sindical, que debía ser llamada para participar, no se la citó correctamente, a pesar de que la propia citación lo exigía.

Por nuestra parte, el sindicato aportó mensajes internos de Microsoft Teams donde quedaban reflejadas las imposiciones empresariales. En ellos se leía con claridad: “al menos dos semanas en jornada intensiva”, “a 1 de octubre, máximo 5 días pendientes”, “no tocar marzo, abril y mayo”. Es decir, una política unilateral de vacaciones que niega el acuerdo entre empresa y trabajadores. Pero la Inspección sólo dio por válido uno de esos mensajes, precisamente el que la propia empresa había identificado, desechando el resto por cuestiones puramente formales: nombres cortados, autenticación, formato del archivo… Nada sobre el fondo, todo sobre la forma.

Lo más grave es que, incluso reconociendo por escrito que prohibir meses y fijar cupos es ilegal, la Inspección decidió cerrar el expediente sin sanción alguna. Se escudó en una cláusula genérica del contrato, redactada por la propia empresa, que dice: “23 días hábiles, teniendo en cuenta las necesidades del proyecto, preferentemente en periodos de baja actividad”. Y con esa frase hecha, que vacía de contenido cualquier derecho, se dio por cerrado el caso con una conclusión desalentadora: “No se han podido comprobar incumplimientos”. La única salida que nos ofrecen es acudir a la jurisdicción social o promover un conflicto colectivo.

¿Qué hace realmente la Inspección? Porque lo que observamos una y otra vez es un patrón que se repite. Desestima pruebas por tecnicismos, evita pronunciarse con contundencia y acaba dando más valor a una cláusula redactada por la empresa que a la realidad vivida por los trabajadores. Es un mecanismo que, en la práctica, termina protegiendo al fuerte y desanimando al débil.

Nos dicen que “el sistema funciona”, que hay que confiar en las instituciones. Pero lo que vemos son informes débiles, mucha burocracia y tiempos muertos que favorecen siempre al mismo lado. Mientras tanto, la empresa sigue imponiendo sus normas, consolida prácticas unilaterales y aprovecha nuestro cansancio como arma. La realidad es sencilla: la puerta se queda abierta para que todo continúe igual.

Esto tiene consecuencias. Cada instrucción unilateral sobre vacaciones, cada orden de “mueve tus días en el calendario”, cada negativa a acordar un periodo, nos obliga a reorganizar nuestras vidas, rehacer turnos, encajar los planes personales entre compañeros para que “no quede el proyecto vacío”. Son horas invisibles, no remuneradas, que nadie contabiliza. Horas que suman y suman, día tras día, trabajador a trabajador. Ese tiempo que perdemos no desaparece: se transforma en ahorro para la empresa, en beneficio económico a costa de nuestra disponibilidad. Lo llaman “eficiencia”, pero todos sabemos que es tiempo robado a la clase trabajadora.

Y más allá de lo laboral, esto nos afecta también en lo personal. No estamos hablando de simples “procesos administrativos”, sino de vidas reales. De planes familiares truncados, de cansancio acumulado, de frustración por tener que pedir permiso para descansar. Un derecho que debería ser acordado, se convierte en una concesión que hay que suplicar. Y cuando la vía institucional en la que depositamos nuestra confianza se convierte en un muro de tecnicismos y demoras, el mensaje es claro: quieren que nos cansemos y que dejemos de pelear.

Por eso, desde Alternativa Sindical de Clase decimos las cosas por su nombre. Cuando no hay calendario oficial, cuando se prohíben meses de disfrute, cuando se fijan topes sin acuerdo, cuando se marean las pruebas y se cierran expedientes sin sanción, lo que ocurre es una apropiación de nuestro tiempo. Y ese tiempo robado se transforma directamente en beneficio empresarial. Nuestro desgaste se convierte en su margen de beneficio. Nuestro silencio, en su modelo de gestión.

La conclusión es clara: la Inspección puede ser una herramienta, pero no es la solución. No basta con denunciar si no existe organización, si no actuamos de forma colectiva, si no acompañamos cada denuncia con movilización y presión social, la empresa seguirá apropiándose de nuestro tiempo y acabará con nuestra paciencia, y la Inspección, con su pasividad, se lo pone fácil.

Por eso insistimos que la única salida real es la organización colectiva. No se trata de esperar a que otros actúen, sino de tomar conciencia y actuar como clase. La trampa no es sólo empresarial, también es institucional. Y se combate con el mismo antídoto: organización, solidaridad y acción.

Afiliarse, participar, alzar la voz, no es un gesto simbólico, es una forma de defensa. Solo desde la unidad podremos evitar que nuestros derechos sigan perdiéndose entre papeles, excusas y trámites eternos. Porque lo que está en juego no son sólo las vacaciones: es nuestro tiempo, nuestra dignidad y nuestra fuerza como clase trabajadora.


Alternativa Sindical de Clase

Organización, solidaridad y acción. Siempre.

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