Privatizaciones, subvenciones, licitaciones y externalizaciones, las vías que usan las empresas para apropiarse de la riqueza común.
Más de 134.794.072,26 € de dinero público para engordar los beneficios de NTT DATA.
Mientras nos hablan de “riesgo empresarial”, la realidad es que las grandes consultoras viven del dinero de todos. En solo 5 años, NTT DATA ha recibido más de 134 millones de euros del sector público. No es emprendimiento, es parasitismo financiado por el Estado.
El mito del "riesgo empresarial"
Nos han vendido la idea de que los empresarios merecen ganar más porque “arriesgan su capital”. Pero la realidad es otra: los grandes empresarios viven del dinero público.
Cuando su gestión privada fracasa, el Estado los rescata, socializando las pérdidas. Y en el día a día, su principal fuente de ingresos no es la innovación ni el emprendimiento, sino el sector público.
Un dato demoledor: según la propia patronal TIC, el 75% de sus ingresos proviene del Estado y antiguos monopolios privatizados. Además, el 45,5% de sus ganancias viene de la subcontratación de empleados—es decir, de gestionar el trabajo que otros generan.
Mientras los trabajadores crean la riqueza, el sistema se encarga de que los beneficios acaben en manos de unos pocos.
Simultáneamente, además, el Estado riega a los empresarios con continuas, públicas y generosas subvenciones multimillonarias: PAC, fondos Next-Generation…, que son las auténticas "paguitas", como la recién anunciada inversión de 50.000 millones de euros más los 10.000 millones ya invertidos de presupuesto público europeo para la IA.
La actualidad corrobora cómo "el mercado" y la innovación, lejos de evolucionar autónomamente por iniciativa y riesgo empresarial, se sustenta fuertemente apoyado por el dinero de todos.
Privatizar lo público: el gran negocio de los "emprendedores"
No solo el Estado mantiene con vida a las empresas con dinero público, sino que ha sido el verdadero motor del "emprendimiento". Fue el Estado quien creó las grandes empresas estratégicas de la economía, solo para luego regalarlas a bajo precio a empresarios que no arriesgaron nada. A cambio, recibieron mercados cautivos en régimen de oligopolio, asegurándose riqueza de por vida.
Las olas de privatizaciones han sido una constante en este país desde la llegada de la "democracia". Gobiernos "socialistas" y conservadores han vendido, una tras otra, empresas como Caja Postal-Argentaria (BBVA), Iberia, Telefónica, Endesa, Repsol, Campsa, Gas Natural… Y quienes ejecutaron estas privatizaciones fueron recompensados con sillones dorados en los consejos de administración.
Licitaciones, otra fórmula para el saqueo
El otro pastel de la vampirización de los bienes públicos ocurre con las licitaciones. Es mediante los concursos públicos como las empresas privadas suministran personal para realizar trabajo para la Administración Pública, muchas veces en sus propias instalaciones, que en realidad debería hacer personal funcionario. A cambio de este trabajo de subcontratación, las empresas privadas reciben una cantidad de dinero inflada, que supone un sobrecoste desorbitado del servicio que pagan los organismos públicos.
Todo ese sobrecoste no sólo es un regalo de dinero público desde la clase política hacia la clase empresarial, sino que ésta, no satisfecha con la sangría, conforma cárteles empresariales con los que cometer fraude en las licitaciones para desangrar aún más a la Administración, como el cometido en 2021 por El cártel de consultoras se adjudica 18 millones, tres veces la multa impuesta por falsear contratos, donde entre otras se encontraban implicadas empresas como Indra, Deloitte o Ibermática.
En definitiva, una nueva vuelta de tuerca al expolio de la Administración y a la externalización de servicios, que traerá rendimientos fabulosos para los empresarios, mayor precariedad para los trabajadores y la merma de unos servicios cuya gestión se centrará en obtener la mayor extracción de beneficios en lugar de garantizar calidad, y donde el presupuesto publico cada véz tendrá menor capacidad de acción, pues se escapará hacia los bolsillos de los empresarios como un pozo negro.
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