En el curso académico 2021-22, el número de alumnos de FP se incrementó un 4,37% con respecto al curso anterior, mientras que el número de alumnos de FP dual se incrementó un 25,77%. En el curso 2022-23 el incremento de alumnos de FP fue del 5,22%, mientras que el de alumnos de FP dual fue del 16,95%. Los datos nos muestran que la FP dual está creciendo a un mayor ritmo y, viendo las ventajas para las empresas y la publicidad que desde el sistema educativo se hace de esta modalidad de formación, prometiendo a los alumnos grandes ventajas, la tendencia parece ser la de que poco a poco, la FP dual vaya sustituyendo a la FP ‘clásica’.
Y es que las ventajas empresariales de tener ‘alumnos’ de FP
dual son muchas. La primera y más básica es la de tener trabajadores
prácticamente gratis. Según la normativa
que rige la FP dual en Andalucía (varía en función de la comunidad
autónoma), “la totalidad de los puestos formativos en los proyectos nuevos
deberán estar becados por las empresas y, al menos, el 50% del total de los
puestos formativos en el caso de proyectos de renovación”. Sin embargo, “no
se fijan mínimos ni máximos en cuanto a la cuantía de la beca”, lo que
implica dejar en manos de las empresas decidir esa cantidad. El lobo al cuidado
de las gallinas.
El tiempo que los ‘alumnos’ pasan en el centro de trabajo
tiene un mínimo (33% del total del ciclo o curso), pero no un máximo, pudiendo
pasar casi la totalidad de su horario en la empresa -la ley solo exige que
haya alternancia con el centro de estudios-.
El programa formativo lo deciden conjuntamente el centro
docente y la empresa, pero teniendo en cuenta que ya hay empresas
que tienen centros educativos, en estos casos será la empresa la que decida
al 100% ese plan formativo, primando por tanto la obtención de beneficios
(el fin último para todas las empresas) por encima de la propia formación de
los alumnos, no siendo necesario incluir en proyecto de FP dual todos los
módulos profesionales: “Cada proyecto es distinto y puede incluir el número
de módulos profesionales y de Resultados de Aprendizaje (RA) que se adecúen a
las tareas que se realizan en las empresas”.
Con la solicitud de autorización previa, las empresas
pueden hacer trabajar a los ‘alumnos’ en sábados u otros días no lectivos.
Aunque la
normativa habla de casos excepcionales, el criterio para su autorización
es, “cuando sea imprescindible por la especificidad curricular del ciclo
formativo o por la actividad de la empresa”, pudiendo por lo tanto
un ‘alumno’ de FP dual realizar guardias de fin de semana.
Las empresas no requieren autorización para desplazar a
los ‘alumnos’ fuera de la provincia o incluso fuera del país, cuando sea “por
la propia naturaleza de las actividades a desarrollar”. Estos
desplazamientos, al no existir relación laboral entre ‘alumno’ y empresa, no
están regulados por el Estatuto o el convenio, lo que deja en manos de las
empresas toda decisión con respecto a la remuneración de los mismos.
“El empresario puede estar bonificado con el 100% de
los costes sociales”, sin embargo, “el grupo de cotización
‘becarios’ no incluye contribuciones al desempleo, ni al Fondo de
Garantía Salarial y formación profesional y, por lo tanto, no genera derecho
al paro” y “el alumnado de FP Dual no mantiene ningún tipo de
relación laboral con la empresa, aunque esta le pague una remuneración (beca). No
hay antigüedad ni indemnizaciones”. Todo para los empresarios y nada
para los trabajadores.
Pero las ventajas para el empresario no se acaban con la
propia normativa, sino que van más allá, al terreno ideológico y de la
manipulación. Los
tentáculos de las empresas en los distintos ciclos educativos son cada vez más
largos, y la FP dual es una forma más de adoctrinar a alumnos desde
antes de comenzar una relación laboral. Si las empresas ya invierten
grandes esfuerzos en adoctrinar
a sus trabajadores mediante propaganda corporativa constante, los ‘alumnos’
en práctica, en muchos casos sin experiencia laboral previa, son víctimas
perfectas para inculcar desde un primer momento la ‘cultura empresarial’ en sus
mentes.
Además, las empresas tienen uno o dos años
(dependiendo del ciclo) de ‘periodo de prueba’ casi gratuito para
decidir qué ‘alumnos’ contratar una vez terminada la FP dual, pudiendo quedarse
con aquellos que muestren mayor sumisión y entrega a la ‘cultura’ de la
empresa, los que estén más dispuestos a someterse a la dictadura empresarial
del ‘esfuerzo’ y el ‘compromiso’. Esto a su vez convierte el periodo que pasan
en las empresas en una especie de proceso de selección que dura meses,
sometiendo a los ‘alumnos’ a un estrés brutal por saber que están
constantemente jugándose la posibilidad de conseguir un puesto de trabajo.
Como puede verse claramente, la FP dual es una
herramienta más que el Estado, a través de sus administraciones regionales,
pone a disposición de las empresas para que estas puedan incrementar sus
beneficios, pervirtiendo el supuesto objetivo de la formación académica,
recogido en las diferentes leyes educativas, que no es, por mucho que los
medios se empeñen en venderlo así, ser trabajadores productivos, sino formar a
los alumnos en todos los aspectos. Ya vemos que esas leyes son papel mojado, y
que la única ley que rige nuestras vidas es la de generar beneficios para
los empresarios.